Alarma y preocupación
Por Christian Valera Rebolledo / Alvarado, Veracruz, Ver. / Reportero
Conocida por su variedad de restaurantes que ofrecen una excelente muestra de la gastronomía veracruzana la Congregación de Mandinga municipio de Alvarado va más allá de su cocina, el pueblo fue fundado por pescadores y actualmente se mantiene intacto hasta en el arte con que se obtienen los productos marinos.
Con cerca de 600 familias Mandinga ha logrado posicionarse en el gusto no sólo de los veracruzanos sino del resto del país al ser altamente reconocido por su sazón y la amabilidad de su pueblo, sin embargo, el riesgo que corre la actividad pesquera tanto en el mar como en la laguna, dividida en “grande” y “chica”, es relativa ante la contaminación que presentan las aguas.
Aunado a ello, durante el 2008 la pesca se vio reducida hasta en un 80 por ciento debido a los trabajos de construcción de dos puentes vehiculares que bloquearon el flujo natural del agua al sistema lagunar de Mandinga, como parte de la ampliación de la carretera que conecta a los municipios de Boca del Río y Alvarado y que realizó el Gobierno Estatal de Veracruz.
Esta obra afectó a un total de 15 cooperativas pesqueras congregadas en la confederación que dirige, Rufino Cruz Quijano, quien destacó el nulo apoyo que en su momento las autoridades brindaron al sector, mismo que se espera este año sea reconocido con la entrega de motores por parte del gobierno de, Fidel Herrera Beltrán.
“En su momento ni siquiera despensas nos dieron para sobrevivir ante esta fuerte crisis que padecimos desde mayo del 2007 cuando rellenaron la laguna para construir esos dos puentes, rellenaron el canal que alimenta de corrientes marinas al sistema lagunar de Mandinga”, dijo.
Pese a que existe voluntad por parte de la administración estatal de resarcir la afectación el daño está hecho pues los pescadores aseguran que el reflujo del agua sepultó decenas de hectáreas lagunares que desde hace muchos años eran reconocidas como bancos de ostiones, producto del mar que incluso es exportado a otras partes del país.
En Mandinga la pesca es noble, o así lo era, pues en su laguna los trabajadores del mar extraen además de ostiones robalos, truchas, pargos, mojarras, chucumites, jaibas y camarón, la pesca de todas ellas se vio reducida considerablemente desde inicios del año pasado cuando se inició la construcción de dichos puentes vehiculares.
Pese a ello, los pescadores se empeñan en sacar adelante el trabajo pues luego de la afectación en los bancos de ostiones ellos mismos se propusieron crear nuevos espacios en la laguna grande lejos de nuevas construcciones y daños y con la seguridad de que dentro de cinco meses conseguirán nuevos productos con calidad y precio al alcance de los compradores.
Juan Andrade Cabrera, miembro de la Sociedad Cooperativa Pesquera “Pescadores de Mandinga y Matosa SCL”, destacó que el daño fue “bastante” considerable, sin embargo, pese a existir competencia entre cooperativas han acordado la repartición de la laguna grande en donde cada una cuenta con un espacio para la siembra de ostión.
Recuerda que en toda su vida como pescador nunca había sentido una afectación tan grande en Mandinga pero reconoce que “habrán de venir tiempos mejores cuando se den cuenta de que Mandinga tiene mucho que dar, tal vez no nos toque verlos, pero Mandinga saldrá adelante”.
Ataviado con cuchillo en mano mientras abre las ostras para obtener el ostión, relata los mejores tiempos de pesca en Mandinga, cuando no había problemas, y la generación de productos marinos era rescatable y daba de comer a su pueblo.
En tanto, aunado a la problemática por la construcción de ambos puentes por parte del Gobierno Estatal la aparición de nuevas cooperativas y el número de pescadores libres propicia también la disminución en la pesca pues en el caso de los pescadores libres ellos no son regulados por ninguna asociación como en el caso de las cooperativas, situación que tampoco les puede ser negada afirma, Gabino González Chaparro, quien pesca por su parte.
“Aquí además de los cooperativas habemos muchos pescadores libres porque simplemente no queremos estar en cooperativas o porque simplemente estuvimos y no nos gustó, nadie puede decirnos nada porque antes de las cooperativas estuvimos nosotros y seguiremos estando”, resaltó.
Rodeada de manglares en donde habitan mapaches, culebras, mazacuatas, aves y demás, la laguna de Mandinga representan un tesoro para los pescadores quienes se desviven por dar a conocer lo mágico de sus aguas, y quienes reconocen y afianzan las leyendas que existen alrededor de las mismas.
“Se habla mucho de que hay una lancha que se aparece y que por más que uno la siga no le da uno alcance, aunque vayas a todo motor, no la alcanzas, y pues no es malo, ni da miedo, a mi no me ha pasado pero hay muchos que dicen que ya se les apareció, es parte de la magia de la laguna, hay que verlo para saber que es un entorno maravilloso”, afirmó Carlos Pérez Huerta, pescador.
Así, la sobre explotación de la laguna, la aparición de numerosas cooperativa, y el descontrol de los pescadores libres repercuten en el precio de los productos marinos que allí se extraen, muestra de ello es el considerable aumento en el precio de la arpilla de ostras la cual ascendió de 120 pesos a 150 pesos el bulto.
De acuerdo con estimaciones propias de los pescadores la arpilla contiene entre 400 y 450 ostras, bultos que son comprados por distribuidores que a su vez lo venden a restaurantes del estado o de otras partes de la república o bien son adquiridos por habitantes del lugar quienes acostumbran un considerable consumo del ostión.
Cabe destacar, que la laguna de Mandinga está conformada por seis esteros interconectados que han estado sometidos desde hace muchos años a un uso intensivo por parte de la población del lugar, lo cual ha dado como resultado también de una constante disminución de áreas naturales para la creación de espacios residenciales.
Por tanto, se puede concluir que las principales causas del deterioro son la pesca furtiva, el uso de artes y métodos de pesca no autorizados, el desconocimiento de la normatividad pesquera por parte de los habitantes, la sobre explotación, un limitado programa de inspección y vigilancia, la formación de nuevas sociedades cooperativas y la ausencia de veracidad en el registro estadístico pesquero.
Por Christian Valera Rebolledo / Alvarado, Veracruz, Ver. / Reportero
Conocida por su variedad de restaurantes que ofrecen una excelente muestra de la gastronomía veracruzana la Congregación de Mandinga municipio de Alvarado va más allá de su cocina, el pueblo fue fundado por pescadores y actualmente se mantiene intacto hasta en el arte con que se obtienen los productos marinos.
Con cerca de 600 familias Mandinga ha logrado posicionarse en el gusto no sólo de los veracruzanos sino del resto del país al ser altamente reconocido por su sazón y la amabilidad de su pueblo, sin embargo, el riesgo que corre la actividad pesquera tanto en el mar como en la laguna, dividida en “grande” y “chica”, es relativa ante la contaminación que presentan las aguas.
Aunado a ello, durante el 2008 la pesca se vio reducida hasta en un 80 por ciento debido a los trabajos de construcción de dos puentes vehiculares que bloquearon el flujo natural del agua al sistema lagunar de Mandinga, como parte de la ampliación de la carretera que conecta a los municipios de Boca del Río y Alvarado y que realizó el Gobierno Estatal de Veracruz.
Esta obra afectó a un total de 15 cooperativas pesqueras congregadas en la confederación que dirige, Rufino Cruz Quijano, quien destacó el nulo apoyo que en su momento las autoridades brindaron al sector, mismo que se espera este año sea reconocido con la entrega de motores por parte del gobierno de, Fidel Herrera Beltrán.
“En su momento ni siquiera despensas nos dieron para sobrevivir ante esta fuerte crisis que padecimos desde mayo del 2007 cuando rellenaron la laguna para construir esos dos puentes, rellenaron el canal que alimenta de corrientes marinas al sistema lagunar de Mandinga”, dijo.
Pese a que existe voluntad por parte de la administración estatal de resarcir la afectación el daño está hecho pues los pescadores aseguran que el reflujo del agua sepultó decenas de hectáreas lagunares que desde hace muchos años eran reconocidas como bancos de ostiones, producto del mar que incluso es exportado a otras partes del país.
En Mandinga la pesca es noble, o así lo era, pues en su laguna los trabajadores del mar extraen además de ostiones robalos, truchas, pargos, mojarras, chucumites, jaibas y camarón, la pesca de todas ellas se vio reducida considerablemente desde inicios del año pasado cuando se inició la construcción de dichos puentes vehiculares.
Pese a ello, los pescadores se empeñan en sacar adelante el trabajo pues luego de la afectación en los bancos de ostiones ellos mismos se propusieron crear nuevos espacios en la laguna grande lejos de nuevas construcciones y daños y con la seguridad de que dentro de cinco meses conseguirán nuevos productos con calidad y precio al alcance de los compradores.
Juan Andrade Cabrera, miembro de la Sociedad Cooperativa Pesquera “Pescadores de Mandinga y Matosa SCL”, destacó que el daño fue “bastante” considerable, sin embargo, pese a existir competencia entre cooperativas han acordado la repartición de la laguna grande en donde cada una cuenta con un espacio para la siembra de ostión.
Recuerda que en toda su vida como pescador nunca había sentido una afectación tan grande en Mandinga pero reconoce que “habrán de venir tiempos mejores cuando se den cuenta de que Mandinga tiene mucho que dar, tal vez no nos toque verlos, pero Mandinga saldrá adelante”.
Ataviado con cuchillo en mano mientras abre las ostras para obtener el ostión, relata los mejores tiempos de pesca en Mandinga, cuando no había problemas, y la generación de productos marinos era rescatable y daba de comer a su pueblo.
En tanto, aunado a la problemática por la construcción de ambos puentes por parte del Gobierno Estatal la aparición de nuevas cooperativas y el número de pescadores libres propicia también la disminución en la pesca pues en el caso de los pescadores libres ellos no son regulados por ninguna asociación como en el caso de las cooperativas, situación que tampoco les puede ser negada afirma, Gabino González Chaparro, quien pesca por su parte.
“Aquí además de los cooperativas habemos muchos pescadores libres porque simplemente no queremos estar en cooperativas o porque simplemente estuvimos y no nos gustó, nadie puede decirnos nada porque antes de las cooperativas estuvimos nosotros y seguiremos estando”, resaltó.
Rodeada de manglares en donde habitan mapaches, culebras, mazacuatas, aves y demás, la laguna de Mandinga representan un tesoro para los pescadores quienes se desviven por dar a conocer lo mágico de sus aguas, y quienes reconocen y afianzan las leyendas que existen alrededor de las mismas.
“Se habla mucho de que hay una lancha que se aparece y que por más que uno la siga no le da uno alcance, aunque vayas a todo motor, no la alcanzas, y pues no es malo, ni da miedo, a mi no me ha pasado pero hay muchos que dicen que ya se les apareció, es parte de la magia de la laguna, hay que verlo para saber que es un entorno maravilloso”, afirmó Carlos Pérez Huerta, pescador.
Así, la sobre explotación de la laguna, la aparición de numerosas cooperativa, y el descontrol de los pescadores libres repercuten en el precio de los productos marinos que allí se extraen, muestra de ello es el considerable aumento en el precio de la arpilla de ostras la cual ascendió de 120 pesos a 150 pesos el bulto.
De acuerdo con estimaciones propias de los pescadores la arpilla contiene entre 400 y 450 ostras, bultos que son comprados por distribuidores que a su vez lo venden a restaurantes del estado o de otras partes de la república o bien son adquiridos por habitantes del lugar quienes acostumbran un considerable consumo del ostión.
Cabe destacar, que la laguna de Mandinga está conformada por seis esteros interconectados que han estado sometidos desde hace muchos años a un uso intensivo por parte de la población del lugar, lo cual ha dado como resultado también de una constante disminución de áreas naturales para la creación de espacios residenciales.
Por tanto, se puede concluir que las principales causas del deterioro son la pesca furtiva, el uso de artes y métodos de pesca no autorizados, el desconocimiento de la normatividad pesquera por parte de los habitantes, la sobre explotación, un limitado programa de inspección y vigilancia, la formación de nuevas sociedades cooperativas y la ausencia de veracidad en el registro estadístico pesquero.
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